El día que la bioquímica libró a una madre inocente de la cárcel.

Por J. M. Mulet, el 23 diciembre, 2013. Categoría(s): Biomedicina • Bioquímica • Biotecnología Forense • General ✎ 36

Como mamiferos, biológicamente estamos predestinados a proteger a nuestras crías. El vínculo es especialmente fuerte entre una madre y su hijo. En muchas especies la madre llega a abandonar a la manada para proteger a sus crías de machos rivales anteponiendo la seguridad de su descendencia a la suya propia, quizás por eso estamos genéticamente determinados para que la imagen de los cachorros de cualquier especie nos despierte esos sentimientos de protección y ternura.   Indudablemente no hay crimen que más repulsa social desate que cuando una madre atenta contra ese plan biológico y asesina a sus hijos. Los ejemplos que encontramos en la mitología como Medea se utilizan para personificar la perfidia y el odio irracional. Existen casos donde debido a la depresión post parto la madre focaliza en sus hijo toda la tensión y angustia cuya expresión puede ser violenta, no obstante en el caso de Patricia Stallings no había ningún atenuante por enajenación mental transitoria.

 

Verano de 1989, los Stallings eran una familia normal que acababan de ser padres por primera vez y pasaban las vacaciones en su casa del lago, como otras muchas familias americanas. Sin embargo, la salud del pequeño Ryan, nacido en primavera, parecía que no iba bien. Un viernes vomitó después de un biberón aunque luego mejoró, sin embargo el domingo ni siquiera pudo comer. Pasó el día aletargado y respirando con dificultad. Preocupados acudieron al médico.

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Propilen glicol, la presunta molécula asesina.

 

Desconcertado, el médico ordena un analisis de sangre y para su sorpresa encuentra etilenglicol. Esta molécula es el compuesto principal de los anticongelantes que se utilizan para los coches y calefacciones en climas fríos. Si el niño tenía esta molécula en la sangre era porque alguien la había introducido en su alimentación, por lo que las sospechas apuntaban a un envenenamiento. El juez adoptó medidas cautelares mientras se resolvía el caso y el niño pasó a custodia tutelada. En una de las visitas autorizadas la madre volvió a darle un biberón a su hijo. A los tres días tuvo una crisis y los esfuerzos del hospital por salvarle fueron infructuosos y el bebe murió.

La investigación fue rápida. La autopsia desveló restos de etilenglicol en la sangre y cristales de oxalato en los pulmones, síntomas ambos de envenenamiento por anticongelante. Además se encontró una botella de anticongelante en el sótano de los Stallings y restos en el biberón, el envenenamiento por parte de la madre parecía claro. Solo quedaba una duda ¿Cuál era el móvil? Los Stallings eran una familia normal, sin embargo un abogado apuntó a que Patricia podría padecer el síndrome de Münchhausen, un trastorno psiquiátrico en el cual el que lo sufre simula estar enfermo o reproduce síntomas para llamar la atención. Sin embargo en este caso, en vez de autolesionarse había decidido lesionar a su hijo… hasta que se le fue la mano. El jurado popular fue implacable. Patricia fue considerada culpable de homicidio en primer grado y acusada a cadena perpetua. Su suerte parecía echada.

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Acido metilmalónico, el verdadero culpable

No obstante una circunstancia precipitó un desenlace contrario al esperado. Cuando murió Ryan Patricia estaba embarazada de tres meses. El pequeño David nació y fue dado en adopción por el estado, pero a los pocos meses empezó a mostrar síntomas similares a los de su hermano, pero estaba claro que no ahora podía ser su madre la culpable. Un análisis genético desveló que el pequeño David sufría una acidemia metilmalónica, una enfermedad genética que sufren menos de 1 cada 50.000 personas. Los que sufren esta enfermedad son incapaces de metabolizar correctamente las proteínas de la dieta y se acumula ácido metilmalónico. Esto puede suceder también en los casos de déficit severo de vitamina B12. ¿Y cuales son los síntomas de esta enfermedad? Pues exactamente los mismos que los de un envenenamiento por anticongelante.

Patricia Stallings, injustamente acusada de parricidio.

Los bioquímicos William Sly y James Shoemaker, de la universidad de San Luis se enteraron por el caso porque lo vieron en el programa «Misterios sin resolver». Les parecía estadísticamente imposible que un niño con un 25% de posibilidades de sufrir AMM hubiera sido envenenado con algo que produce los mismos síntomas que la enfermedad que padece su hermano. Sin embargo los análisis forenses habían encontrado propilenglicol en la sangre de Ryan, una molécula que no tiene nada que ver con el ácido 2-metilpropanoico. Solicitaron realizar u segundo análisis. Y por sorpresa ahora no encontraron propilenglicol. De alguna manera los laboratorios forenses habían fallado, quizás influidos por el eco mediático del caso.

 

Para poner a prueba su hipótesis del fallo en los análisis enviaron muestras de sangre contaminadas con ácidometilmalónico a 7 de los laboratorios forenses acreditados. El resultado en tres de ellos fue que la sangre contenía anticongelante, algo que sabían que era falso. ¿Cómo pudo fallar tan estrepitosamente el análisis? El método empleado era la cromatografía de gases. Como en muchos métodos, la identidad de una molécula se basa por un patrón. El acido metilmalónico era irrelevante desde el punto de vista forense por lo que no estaba presente en la mayoría de los patrones que se utilizaban para comparar los aparatos. Esta molécula aparece en un cromatograma en la misma zona en la que aparece el propilenglicol.

 

Aquí es donde entra en juego el sesgo del analista. Un analista concienzudo al ver una discrepancia de la muestra con el patrón de propilenglicol hubiera debido repetir el análisis o buscar una biblioteca de patrones mayor para ver si esa señal podía cuadrar con otra molécula. No obstante, dado que todos los aparatos tienen cierto error y que el caso tenía mucho eco mediático, lo más razonable y sencillo era achacar la discrepancia al error experimental y decidir que la muestra contenía anticongelante. No hemos de olvidar que los que hacen los análisis son personas, que también ven las noticias y este caso tuvo muchísima cobertura mediática.

Los Stallings con su primer hijo.

Los hallazgos de estos dos bioquímicos, apuntando a un error en los análisis, desconcertaron a la fiscalía que pidío una segunda opinión. El experto en enfermedades genéticas e la universidad de Yale Piero Rinaldo confirmó que Ryan sufría una enfermedad genética y no un envenenamiento con anticongelante, es más, posiblemente el tratamiento en el hospital fue el causante de su fallecimiento. Un envenenamiento con anticongelante se trata con etanol, sin embargo en un paciente de AMM este etanol se convierte en oxalato que precipita en combinación con el calcio de la sangre acumulándose en el pulmón y en el riñón. estos cristales son en última instancia responsables de la muerte. Finalmente se demostró que el análisis en el que se encontraron trazas de anticongelante en el biberón también fue fallido.

 

Ante la evidencia la fiscalía retiró los cargos y Patricia Stallings salió en libertad.



36 Comentarios

  1. Valla palo para la madre que era inocente y la condenana a cadena perpetua, menos mal que no fue pena de muerte. Luego olles a gente pidiendo la pea de muerte en todos los casos de asesinato.
    Un saludo

    1. Josetxu tu la muerte no te mereces pero si unas clases de ortografía.
      Valla es con y. Olles, como tu escribes, seria con h e y aunque seria mas propio decir escuchas

      1. Me temo que has sido víctima de la Ley de Muphry (no confundir con la de Murphy) 😉
        Oyes, de oír, no lleva hache y no poner tildes se considera también falta de ortografía.

      2. ¿Oyes con h? ¿Del verbo oír? ¿Desde cuándo?
        Digamos que a ti no te sobraría usar más los signos de puntuación, más comas y puntos y alguna que otra tilde que se te ha perdido por ahí.
        A algunos, los momentos de gloria y las ganas de corregir a los demás, os juegan malas pasadas 😛

      3. Le dijo la sartén al cazo…. «ponte para allá que me tiznas»

        Oyes, del verbo oír, se escribe sin hache y con i griega.
        Holles, del verbo hollar se escribe con hache y con elle.

      4. Es triste ver como ninguno de los comentaristas que ha contestado a Juan está familiarizado con el sarcasmo. Con tanta inocencia como hay por aquí dan ganas de repartir caramelos. I feel you, Juan.

  2. Muy curioso. Me recuerda que los técnicos tenemos que prestar muchísima atención porque uno de esos «piquitos raros» que vemos en algunas gráficas, por una mala interpretación, puede convertirse en una cagada de proporciones épicas como en este caso. Ante la duda,siempre recontrolar¡¡¡

  3. Muy interesante.
    Sólo añadir, como curiosidad, que cuando se infringen daños a terceras personas, generalmente hijos, se denomina síndrome de Munchausen por poderes. Un saludo.

    1. Ya que estamos… Los daños se infligen, del verbo infligir. Lo que se infringen son las normas.
      La anotación me ha gustado mucho. No me quiero imaginar lo que habría sufrido esa madre y esa familia.

  4. Por curiosidad, ¿la molécula que creyeron encontrar en la cromatografía y que implicaba la culpabilidad era propilenglucol o etilenglicol? Es que las he visto usadas indistintamente a lo largo del artículo… ¿o están en equilibrio en el organismo por algún tipo de reacción de metilación?

    En cualquier caso muy interesante el artículo, es tremendo lo que puede causar un error de laboratorio…

    ¡Un saludo!

  5. Seamos justos, la bioquímica libró a una madre inocente de la cárcel después de haberla puesto allí.

    Bendita Ciencia que sólo requiere pruebas para cambiar un veredicto.

  6. «Indudablemente no hay crimen que más repulsa social desate que cuando una madre atenta contra ese plan biológico y asesina a sus hijos».
    Pues cualquiera lo diría viendo el furor proabortista que se gastan muchos…

  7. Hoy en día todo el mundo emplearía espectrometría de masas como detector en el cromatógrafo de gases. Me sorprende que entonces no lo hicieran porque si lo hicieron no entiendo como confundieron moléculas con masas tan distintas.

    1. Es verdad, si el análisis se hubiese hecho con un LC-MS, el error no hubiese existido. Hoy en día es de uso corriente, no sé si tanto hace 10-12 años atrás. Muy interesante el artículo de José ya que nos pone en alerta acerca del problema asociado al sesgo de la información científica. En este caso no es la ciencia la que falla, sino la falta de meticulosidad del científico.

    2. En el programa Crímenes Imperfectos, aclaran que el gráfico no se correspondía con el del etilenglicol pero que, de todos modos, lo dieron por válido: una chapuza.

  8. Sí, la bioquímica libró a una madre inocente de la cárcel, pero se le olvida comentar que fue la bioquímica la que la metió en la cárcel ya la que mató a su hijo.

    Actúa como los periodistas, da valor al aspecto que le interesa.

    Y ¿Cuántas veces más habrán ocurrido sosas parecidas que no se descubren?

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Por J. M. Mulet, publicado el 23 diciembre, 2013
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