Sobre la campaña para demonizar estos organismos, Roberts dijo que esos mensajes provienen fundamentalmente de la Unión Europea, que ha prohibido este tipo de cultivos como parte de una “estrategia política” para evitar que multinacionales como Monsanto controlen la distribución de alimentos en su territorio.

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El premio nobel de Medicina Richard J. Roberts acusó hoy a los intereses políticos de algunos partidos, sobre todo ecologistas, de «satanizar» los alimentos transgénicos, cuando no existen evidencias científicas sobre sus perjuicios para la salud y «son una solución para combatir el hambre en el mundo». 

Roberts, que inauguró este lunes un congreso de Biotecnología en La Habana, indicó que «no hay ni una sola escuela científica en el mundo que encuentre peligrosos para la salud los organismos genéticamente modificados (OGM)». 

Roberts recordó que la carencia de alimentos es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad en los próximos años, «mayor que las guerras o las enfermedades», ante el previsible aumento de la población, que afectará únicamente los países en vías de desarrollo, no a los desarrollados. 

Sobre la campaña para demonizar estos organismos, Roberts dijo que esos mensajes provienen fundamentalmente de la Unión Europea, que ha prohibido este tipo de cultivos como parte de una «estrategia política» para evitar que multinacionales como Monsanto controlen la distribución de alimentos en su territorio. 

«Es algo muy peligroso, incluso trágico», señaló Roberts, ya que lanzan ese mensaje también a los países en vías de desarrollo, donde sí que necesitan los cultivos transgénicos para cumplir con la demanda de alimentos de sus habitantes. 

El nobel responsabilizó a los partidos verdes y organizaciones ecologistas como Greenpeace de encabezar esa corriente de opinión contraria a los transgénicos, mientras «millones de personas mueren todavía por falta de alimentos». 

«Debería considerarse un crimen contra la humanidad y deberían enfrentar un juicio contra los tribunales internacionales por ello», aseveró este científico que obtuvo el Nobel en 1993 por su trabajo sobre los intrones, fragmentos de ADN que no contienen información genética. 

«Necesitamos más ciencia dentro de lo político y menos política en el mundo de la ciencia», añadió