Trabajo presentado por Andrés Sanz Rodríguez

En el mundo humano hay muchas cosas que causan estrés a la gente, un bebe berreando en el asiento de atrás, una mudanza, exámenes…  Básicamente factores que nos sacan de nuestra zona confort. En el mundo de las plantas pasa lo mismo, siendo factores como la falta de agua, el calor o  salinidad excesiva entre otros muchos los que causan el estrés a las plantas. Estos factores no suelen venir solos, por ejemplo, calor y sequía afectaran conjuntamente a las plantas en verano.

Los humanos al sufrir estrés pueden deprimirse, sufrir insomnio o ulceras  entre otros efectos, lo que daña su salud y dificulta que desarrollen su vida con normalidad ¿Pero qué importa que las plantas sufran estrés? Las plantas pueden reaccionar frente a los diferentes tipos de estrés de diversas maneras y algunas de estas, como puede ser la reducción en el crecimiento, se traducen en una menor productividad de los cultivos con las consecuentes pérdidas económicas en miles de millones de euros. Entre los diferentes tipos de estrés, destacar los abióticos (sequía, salinidad, calor…) puesto que son los causantes de mayores pérdidas.

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A lo largo de los años la humanidad ha buscado maneras de combatir estos efectos, ya sea mediante selección artificial para obtener plantas más resistentes   o por ejemplo, la utilización de invernaderos para intentar aislar los cultivos de las condiciones externas estresantes. Durante mucho tiempo los avances se realizaron mediante métodos de prueba y error (y aun se sigue), pero más adelante se comenzó a estudiar los procesos internos que se estaban produciendo en las plantas al responder a diferentes tipos de estrés y como se encontraban regulados dichos procesos. Esto permite otro enfoque para intentar mejorar la resistencia frente al estrés, buscando los puntos clave en estos procesos y actuar sobre ellos (por ejemplo inducir la producción de un compuesto en la planta que disminuya los daños causados por un estrés).

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Concretamente, el trabajo que realizo se encuentra dentro de uno de las cuestiones antes mencionadas, el estudio de la regulación de los mecanismos de respuesta al estrés en plantas, aunque centrado en el papel que desenvuelven en este proceso unos desconocidos para el gran público, los pequeños ARNs.

¿Porque estudiar los pequeños ARNs? Pues en gran medida porque actúan a un nivel de regulación genética (a nivel post-transcripcional) bastante menos estudiado y conocido que otros como el nivel transcripcional y porque podrían servir de herramienta para conseguir plantas resistentes a estrés.

¿Qué son realmente estos pequeños» ARNs»? Bueno, una explicación sencilla de lo que es un pequeño ARN es que son fragmentos de ARN (que como sabréis el ARN es el mensajero que transmiten la información contenida en el ADN en forma de genes para dar lugar a las proteínas codificadas por dichos genes y siendo estas proteínas la base estructural de los organismos) y estos fragmentos de ARN pueden actuar de diferentes maneras (de hecho los pequeños RNAs se clasifican en varios grupos cada uno con sus funciones y peculiaridades), por ejemplo bloqueando el paso de la información, una manera de conseguir esto es provocando la degradación del ARN mensajero de un gen, cuando esto pase no se podrá expresar la proteína que esta codificando dicho gen.

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El estudio de estos fragmentos de ARNs se lleva a cabo a través grupos de plantas Cucumis melo var. inodorus «Melón piel de sapo». El interés de usar melón es que se trata de una especie comercial lo que facilita la aplicabilidad de los resultados.  A cada grupo de plantas se les somete a un estrés diferente calor, salinidad, frío o sequía entre otros , incluidos estreses dobles e incluso alguno triple. Las plantas crecen bajo cada uno de los tratamientos durante dos semanas de manera que se pueda estudiar el contenido en pequeños ARNs a lo largo de todo el procedimiento. El objetivo final es buscar cómo afectan los diferentes estreses al contenido en pequeños ARN y sobre qué elementos están actuando dichos ARNs, todo esto podría ayudar a crear una red de las interacciones de los pequeños ARN, lo que podría servir como una herramienta para la mejora genética de las plantas, obteniendo plantas más resistentes al estrés con el consecuente aumento de la producción agrícola.



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