Un paso más cerca de conocer los secretos de la longevidad  

Por J. M. Mulet, el 10 julio, 2019. Categoría(s): Carmen Ruíz

Post realizado por Carmen Ruíz.

Si echamos la vista atrás y comparamos con la actualidad, las personas cada vez tienen una esperanza de vida mayor, en otras palabras, la longevidad ha aumentado. Algo similar a esto ocurre con las semillas, tienen una longevidad limitada. ¿Qué quiere decir esto? De manera simple se podría explicar cómo el tiempo que la semilla seguirá siendo viable y podrá germinar sin ningún problema. Podríamos pensar que el tema de la longevidad de semillas no parece muy interesante o que tiene poca aplicaciones realmente es un tema de gran interés principalmente para los agricultores que tras tener las semillas un tiempo cuanto las cultivan se llevan la sorpresa de que no germinan correctamente o no lo hacen teniendo que invertir dinero en adquirir nuevas suponiendo pérdidas para su negocio.

Bueno, no hace falta ponernos muy dramáticos con esto porque tengo que decir que, tras unos meses trabajando en mi trabajo de fin de master sobre la longevidad de semillas, hay que ser optimistas con poder conseguir semillas casi tan longevas como Jordi Hurtado.

 

Camino que lleva a la longevidad de las semillas

 

Me gustaría contaros como estamos abordando el tema. En primer lugar, mención especial a Arabidopsis thaliana, nuestra planta modelo que aunque muchos la pueden considerar una mala hierba realmente es la gran amiga de los biotecnólogos vegetales por su rápido crecimiento y porque tiene un genoma sencillos facilitando el estudio genético.

 

Nuestra gran amiga, Arabidopsis thaliana

 

Y ahora sí, ¿Cómo lo estamos haciendo? Cuando yo llegué al laboratorio me encontré con unas semillas que no tenían un gen y tenían como característica que eran muy longevas, pero esta longevidad no tarda años en verse (envejecimiento natural) si no que en el laboratorio han puesto a punto unas técnicas de envejecimiento acelerado jugando con distintos factores como la temperatura, humedad y oxígeno que acorta mucho el tiempo.

Estas famosas semillas también han mostrado una característica que nos ha llamado la atención, tienen unos mayores niveles de las proteínas de reserva que serían la fuente de “alimento y energía” para el crecimiento y desarrollo del embrión. Lo que queremos hacer es estudiar la relación entre estas proteínas y el gen. Estos estudios de relación lo haremos de dos formas: viendo cuantas proteínas de almacenamiento hay en las semillas sin el gen durante distintas etapas del desarrollo de las semillas y con semillas que no tenga ni el gen ni las proteínas y ver cómo afecta esto a la longevidad de la semilla; de esta forma podremos establecer la relación entre el gen, las proteínas de almacenamiento y la longevidad. Una vez establecida esta relación, ¿Por qué no ir un paso más allá y ver que genes están “por encima” de nuestro gen y lo regulan? Pues eso es justamente lo que hemos querido hacer. Aquí entra en juego otro organismo modelo, la levadura. En este caso la hemos usado para hacer una técnica llamada “yeast one-hydrid” muy empleada para estudiar interacciones entre genes (en este caso nuestro gen) y proteínas (factores de transcripción) que permiten la expresión de nuestro gen. En teoría la técnica es muy sencilla (aunque en la práctica, por experiencia es un poco complicado) que consiste en poner en una levadura nuestro gen y en otra el factor de transcripción que queremos comprobar si se une a nuestro gen. Estas dos levaduras se ponen juntas en un medio con los nutrientes específicos que solo permiten que crezcan las levaduras en las que hay interacción.

 

Esquema del sistema “yeast one-hybrid”

 

Con estos abordajes esperamos conseguir conocer mejor los mecanismos y genes implicados en la longevidad y conseguir una semilla “súper” longeva.



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