El post de hoy es obra de Marina Celdrán, alumna de la asignatura de comunicación científica del máster en biotecnología molecular y celular de plantas.
Vivimos en una sociedad de constante cambio y crecimiento. De hecho, raro es el día que no hay una noticia sobre cómo podremos alimentarnos todos si cada vez somos más habitando la Tierra, necesitamos más espacio, tenemos menos recursos disponibles, hay mayor contaminación, menos personas dedicadas al sector agrícola…
En la Unión Europea y concretamente en España, la agricultura no está pasando por su mejor momento, ya que cada vez hay normativas más exigentes, menos recursos, mayores estreses en campo que afectan a la productividad y rentabilidad, la modificación genética de cultivos no es aceptada… Sin embargo, necesitamos que la agricultura siga funcionando para poder seguir comiendo. Entonces, ¿cómo podemos conseguir una agricultura más productiva, rentable y sostenible? Empleando bioestimulantes.
Y ahora nos preguntaremos ¿qué es un bioestimulante? Según la EBIC (European Biostimulants Industry Council) un bioestimulante vegetal es un material compuesto por sustancias y/o microorganismos cuya función, cuando se aplica a plantas o rizosfera de estas, es estimular procesos naturales con el fin de mejorar/beneficiar la absorción y eficiencia del uso de los nutrientes, la tolerancia al estrés abiótico y la calidad del cultivo independientemente de su contenido en nutrientes. Los ingredientes comunes en los distintos bioestimulantes son: microorganismos (hongos y bacterias), extractos de plantas y algas marinas, aminoácidos, ácidos nucleicos, sales minerales y algunos productos químicos. Por tanto, los bioestimulantes son una herramienta adicional en las cajas de herramientas de los agricultores junto con los fertilizantes y los productos fitosanitarios (Figura 1).
Ahora bien, ¿cuál es el papel de los bioestimulantes en la nutrición de las plantas? La nutrición de las plantas es un factor importante en la salud de estas. De la misma manera que nosotros los humanos necesitamos de vitaminas y enzimas además de minerales, las plantas necesitan bioestimulantes además de fertilizantes para aumentar su vitalidad y alcanzar su máximo potencial. Las plantas consiguen nutrirse mediante las raíces de igual manera que nosotros digerimos los alimentos a través del sistema digestivo. Un efecto importante y común en todos los bioestimulantes es que estimulan el desarrollo de las raíces, lo cual, ayuda a las plantas a acceder a más nutrientes y al agua presente en el suelo (Figura 2). Además, afectan de forma beneficiosa a las interacciones dentro de la planta, y entre la planta y los microorganismos que la rodean.
Con el fin de crear bioestimulantes, probar su funcionamiento y demostrar su utilidad surgen numerosas investigaciones científicas que conciernen tanto a universidades como a empresas privadas debido a la utilidad crucial que parecen tener. Este es el caso, de mi trabajo fin de máster que realizó en la Universidad Politécnica de Valencia en colaboración con Caldic Ibérica S.L.U. enfocada en el sector agrícola y los bioestimulantes. El objetivo del proyecto es demostrar que las plantas a las que se le aplica bioestimulantes son más capaces de tolerar el estrés por sales presentes en el suelo. Así como también demostrar aspectos beneficiosos que puedan tener a nivel bioquímico, cantidad de azúcares, flavonoides… con respecto a las plantas que no han sido tratadas con bioestimulantes dentro del proyecto.
La parte experimental de esta investigación se llevó a cabo en un invernadero situado en Paiporta (Valencia) donde se cultivaron lechugas en maceta. Cuando las lechugas se encontraron en estado óptimo de crecimiento, se recolectaron muestras de todas ellas para realizar en el laboratorio análisis de tipo fisiológico, bioquímico, metabolómico y transcriptómico (Figura 3). Los análisis bioquímicos y metabolómicos implican estudiar la actividad de las diferentes enzimas, metabolitos y compuestos de interés de la planta que se encuentran directa o indirectamente relacionados con estrés en la misma. Por otro lado, el análisis transcriptómico se realiza para saber qué genes se expresan en mayor o menor medida a causa del estrés en aquellas plantas tratadas con bioestimulante con respecto a las no tratadas. En los resultados obtenidos de estos diferentes análisis, hemos podido observar que aquellas plantas que han sido tratadas con bioestimulante son capaces de tolerar el estrés generado por la presencia de sales en el suelo con respecto a las no tratadas.
Estos resultados son un gran impulso hacia la agricultura del futuro donde los bioestimulantes cada vez tienen un papel más notable debido a su importancia y su utilidad ante problemáticas como los estreses presentes en el campo de tipo abiótico como son el hídrico, salino, etc. También, ante problemas de no aprovechar nutrientes como el caso del nitrógeno donde utilizando ciertos bioestimulantes este puede ser absorbido en mayor cantidad. Aspectos de tipo fisiológico como tamaño y cantidad de fruto también se ven favorecidos por su uso. Cantidad y calidad de los nutrientes presentes en la planta también son aspectos que se mejoran gracias al uso de bioestimulantes ofreciendo así productos de mayor calidad a la población. Por tanto, estamos ante productos que son rentables para todos: agricultores, consumidores y medio ambiente.
Según eso ¿puedo regar con agua de acuíferos salinizados mis hortalizas si utilizo biofertilizantes?