eeep-Valencia: El reto de la agricultura en el siglo XXI.

Por J. M. Mulet, el 13 diciembre, 2013. Categoría(s): Agricultura • Escépticos en el pub. • Greenpeace • Ramón Serrano. ✎ 8

Esta tarde a las 20:00 en el pub Ben’s-Inn (zona plaza de Honduras) tenemos un invitado de excepción en el Escépticos en el Pub Valencia: Ramón Serrano (@rserrano_upv), investigador veterano del IBMCP reconocido internacionalmente y catedrático de Biotecnología en el Área de Bioquímica y Biología molecular de la Universidad Politécnica de Valencia. Entre otros premios, el Profesor Serrano ha recibido la cruz de Alfonso X el sabio y es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Regensburg (Alemania). Con más de 200 publicaciones científicas y un índice «h» de 70, es de los científicos españoles con mayor proyección internacional y una referencia en el campo del transporte de iones y la tolerancia a estrés de las plantas.

Ramón nos hablará de cómo uno de los principales retos a los que se enfrenta la agricultura actual es vencer la oposición que algunos grupos muestran a la aplicación de la Ciencia en su desarrollo y optimización. ¿Quienes crees que son los verdaderos enemigos del desarrollo de una agricultura verdaderamente sostenible y al alcance de todos? La población mundial actual es de 7000 millones y se calcula que llegaremos a 9000 millones en menos de 50 años. Ante esta situación, la agricultura no puede cerrar las puertas a una tecnología como los transgénicos que han dado probadas muestras de su eficacia.

 

Imatge nova

Sin embargo, organizaciones como Greenpeace se oponen frontalmente al desarrollo de esta tecnología, con casos que bordean el crimen contra la humanidad como la presión política que realizan para bloquear el arroz dorado, un arroz transgénico que se está desarrollando por organismos públicos. El futuro de la agricultura pasa por liberarse de la tiranía que suponen estas organizaciones.

 

Recientemente el prof. Serrano publicó una carta sobre el tema de la charla  en Valencia Plaza que transcribo a continuación:

 

Acabar con la dictadura del ecologismo radical

RAMÓN SERRANO. 03/12/2013

Ramón Serrano

Doctor ingeniero agrónomo

VALENCIA. El pasado 20 de noviembre el divulgador científico Eduardo Punset impartió una interesante conferencia sobre «El reto de la agricultura actual» en la Universidad Politécnica de Valencia. El entrañable Punset cautivó a la audiencia como siempre por su afable hablar, bondad, simpatía, humor y sentido humano. Pero no habló de agricultura, tema que como él mismo confesó al principio de su charla, desconocía totalmente pero que algo le había contado una hija suya de tendencia ecologista.

El buen Punset se limitó a expresar un par de tópicos (que la población mundial sigue en aumento y necesita cada vez más alimentos pero que esta producción extra puede dañar el medio ambiente) y pasó a «lo suyo», es decir, a contar anécdotas e interesantes directrices de autoayuda psicológica derivadas de los neurólogos entrevistados en el programa «Redes».

Al final hubo un turno de preguntas y yo mismo le invité a pronunciarse sobre la tecnología de plantas transgénicas, que podría aumentar la producción de alimentos con mucho menor impacto ambiental que el uso de cosechas tradicionales. Punset contestó que había una tecnología para producir confusión sexual en mosquitos y evitar su reproducción. Claramente desconocía el tema y salió por peteneras.

Me acordé de una frase de Alvaro González en Valencia Plaza (El regreso de la España impertinente del topillo Punset; 31/01/2013) respecto al programa Redes: «… que gusta al público tanto como científicos o expertos en campos como la psicología se echan las manos a la cabeza». Recordemos que Punset es un licenciado en Derecho que hizo un master en Ciencias Económicas y que nunca ha estudiado ni practicado la ciencia. Yo disfruté de la amenidad de su conferencia pero quedó claro que «El reto de la agricultura actual» debía tratarse en otros foros. Vamos a intentarlo aquí.

La población mundial es de 7.000 millones de personas en la actualidad y se estima que en 2050 será de 9.000 millones y que afortunadamente se estabilizará a finales de nuestro siglo en unos 10.000 millones. Este crecimiento poblacional, junto al aumento del nivel de vida que se está produciendo en la mayoría de los países (siempre con la excepción de aquellos que están en guerra en África y Asia), supone duplicar la demanda de alimentos a lo largo del siglo XXI.

Esta demanda ya está creando tensiones en los mercados de alimentos y de terrenos agrícolas. Por ejemplo China ha comprado una parte de Ucrania equivalente a Galicia para producción de alimentos ya que este gran país no puede autoabastecerse y necesita importar alimentos. Lo mismo ocurre con Europa, que al igual que China, debe importar de América (fundamentalmente de Estados Unidos, Canadá, Brasil y Argentina) trigo, maíz y soja, que junto con el arroz (alimento básico en gran parte de Asia) son los productos fundamentales de la alimentación mundial, directamente o a través de su conversión en carne.

¿Qué tiene América para ser el granero del mundo? Tecnología, nada más que tecnología, una tecnología moderna desarrollada en Estados Unidos y aceptada por los países americanos más avanzados pero que está bloqueada en Europa y el resto del mundo sin causa racional alguna. Se trata de la utilización de plantas transgénicas para aumentar los rendimientos y calidad de las cosechas y de esta forma evitar la deforestación masiva que, con los cultivos tradicionales de menores rendimientos, sería necesaria para crear nuevos terrenos agrícolas para alimentar a la creciente población humana (por cierto, la llamada agricultura ecológica orgánica o bio no podría alimentar a más del 1% de la población mundial).

La tecnología transgénica consiste en introducir en las plantas cultivadas genes de otras plantas o de otros organismos normalmente modificados para expresión aumentada y que confieren propiedades tales como la resistencia a insectos (se acabaron los insecticidas contaminantes del medio ambientes) y la capacidad de producir cosechas con menos fertilización (se acabó la contaminación de aguas subterránea con nitratos) y en tierras marginales (se acabó la deforestación).

Esta tecnología fue desarrollada simultáneamente en 1983 por los científicos Marry-Dell Chilton (entonces en la Universidad Washington de San Luis, USA), Robert T. Fraley (Monsanto, San Luis, USA), Marc Van Montagu (entonces en la Universidad de Gante, Bélgica) y Jeff Schell (ya fallecido, entonces en la Universidad de Gante, Bélgica). Los tres supervivientes han sido recientemente galardonados con el premio de la organización internacional «The World Food Prize», que premia anualmente a personas que hayan contribuido a mejorar la calidad, cantidad o disponibilidad de alimentos en el mundo.

¿Por qué Europa, y por su influencia Asia y África, no quiere la tecnología de plantas transgénicas a pesar de todas sus ventajas? Porque una organización privada llamada Greenpeace ha dictaminado, sin evidencia científica alguna, que las plantas transgénicas no son «naturales» y por tanto son malas para la salud humana y para el medio ambiente.

En primer lugar conviene aclarar que la agricultura, desde sus orígenes hace unos 10.000 años, se basa en utilizar plantas totalmente artificiales creadas primero por hombres geniales del neolítico en Mesopotamia y posteriormente en China y América Central mediante selección durante siglos de mutantes espontáneos de las plantas naturales. Es decir, las plantas cultivadas en la actualidad están genéticamente modificadas de una forma primitiva, lenta pero eficaz, y se parecen muy poco a las especies ancestrales de las cuales proceden.

Entonces, ¿por qué Greenpeace se empeña en predicar que las plantas transgénicas son menos «naturales» que las plantas tradicionales? Porque son analfabetos en ciencia y en humanitarismo y ponen su ideología ecologista radical por delante de todo.

¿Por qué una gran parte del mundo se cree estas patrañas de Greenpeace?Porque esta organización, que vive a costa de convencer a la gente para que les pague cuotas ya que ellos están salvando el mundo de todos los males, ha desarrollado unas técnicas de manipulación de la opinión pública que me recuerdan las del ministro de Propaganda de Hitler Joseph Goebbels.

Para impresionar a la gente sobre la maldad de las plantas transgénicas queman en Europa campos absolutamente legales de transgénicos (Goebbels mandaba quemar libros) y hacen demostraciones y boicots de empresas y laboratorios académicos relacionados con transgénicos (Goebbels mandaba boicotear tiendas y negocios de los judíos).

Bajo la premisa de que una mentira repetida muchas veces se convierte en verdad,Greenpeace ha convencido a mucha gente de que el mundo se está hundiendo por un desastre medioambiental provocado por las multinacionales y que ellos son los únicos que van a salvarnos (si les pagamos las cuotas, claro). Empezó su campaña antitransgénicos en 1995 y desde entonces no ha cejado en difundir su maldición sobre esta tecnología (y en cobrar cuotas) por todo el mundo.

Quiero terminar mi descalificación de Greenpeace con un suceso reciente de gran importancia. En 1999 el científico suizo Ingo Potrykus desarrolló un arroz transgénico llamado «arroz dorado» por su color amarillo. Este arroz contiene beta-caroteno, precursor de la vitamina A. Esta vitamina es necesaria para el desarrollo de los niños y su carencia tiene terribles consecuencias, desde ceguera hasta la muerte. La introducción del arroz dorado en muchas partes del mundo cuya nutrición se basa en arroz permitiría salvar todos los años más de un millón de vidas humanas y la tecnología transgénica es la única forma de construir un arroz con pro-vitamina A (para más información puede consultarse la webhttp://www.newscientist.com/article/dn24417).

Pues bien, Greenpeace se ha opuesto desde el principio y ha tratado por todos los medios de evitar que los países del Tercer Mundo con problemas de deficiencia en vitamina A adopten este arroz dorado. Es decir, Greenpeace piensa que las vidas humanas no valen nada cuando hay una ideología sólida como la de ellos que permite ver más allá que a los mortales que carecen de ella y que aconseja sacrificar vidas por motivos muy altos que a la mayoría de los mortales se nos escapan. ¿Les recuerda esto en algo al nazismo alemán durante el exterminio de los judíos?

Pues bien, recientemente Patrick Moore, uno de los fundadores de Greenpeace en Vancouver (Canadá) en 1972, no pudiendo soportar tanta aberración ha dejado la organización, acusa a Greenpeace de crímenes contra la humanidad y ha creado un movimiento llamado «Allow Golden Rice Now!» («Permitid el Arroz Dorado Ya») que ataca a Greenpeace con sus propias armas, haciendo demostraciones enfrente de sus sedes para intentar hacerles cambiar de opinión.

Por tanto, el reto de la agricultura actual no es otro sino acabar con la dictadura política y mediática del ecologismo radical, ignorante y manipulador. Un consejo de autoayuda que explicó Eduardo Punset durante su conferencia en Valencia es que en la vida hay que saber cambiar de opinión. Nunca cambiaron de opinión los nazis y nunca lo hará Greenpeace.



8 Comentarios

  1. No hay de otra doctor Mulet, es necesario desenmascarar a esta gente como los criminales sectarios que son. No son los primeros que enarbolan una bandera de paz y que actúan con violencia; ni serán los últimos, por desgracia.

  2. Off-topic:
    Se ha iniciado una campaña de recogida de firmas contra la estupidez del Ministerio de Sanidad, que pretende publicar una Ley para que las gominolas de agua con azúcar llamadas “homeopatía” se equiparen a las medicinas de verdad, las que curan.
    Este es el enlace por si queréis firmar, saludos:
    https://www.change.org/es/peticiones/ministerio-de-sanidad-impedir-que-los-preparados-homeop%C3%A1ticos-digan-ser-medicamentos-sin-demostrarlo-e-informar-al-pacientes-de-su-ineficacia-retirar-productos-no-autorizados-y-no-dar-privilegios-a-los-fabricantes

  3. He descubierto este blog de ciencia y estaba contentisimo pues hasta hoy todas las entradas que habia leido me parecia que tenia un alto valor divulgativo y rigor cientifico a la vez que eran elegantes la exposicion. Hasta que he leido esta entrada populatista y descalificatoria. Una pena. Esperaba unos buenos argumentos cientificos o referencia a ellos, no argumentos del tipo «la agricultura no puede cerrar las puertas a una tecnología como los transgénicos que han dado probadas muestras de su eficacia» y «¿Qué tiene América para ser el granero del mundo? Tecnología, nada más que tecnología, una tecnología moderna desarrollada en Estados Unidos y aceptada por los países americanos más avanzados» y ya esta? de verdad? Por que han surgido los movimientos ecologistas? es la agricultura moderna la panacea? No tiene ningun «efecto secundario» del que haya podido surgir el rechazo social que existe en algunos sectores?, de verdad crees que todos los ecologistas son «tiranos»,»analfabetos en ciencia y en humanismo»,»radicales, ignorantes y manipuladores»?. No es muy objetiva una discusion en le que se hace referencia a los nazis. Tres puntos de populismo para Mulet. Una pena que la excelencia academica no este unida a la educacion y elegancia. Por cierto, el ser un gran cientifico en en el transporte de iones y tolerancia al estres de las plantas, no es argumento suficiente para tener razon en todo.

    Saludos.

    Siento la falta de acentos, escribo con un teclado ingles.

    1. Me temo en que tengo que coincidir en que la comparación con los nazis, si bien es acertada en cuanto a muchas de las prácticas de Greenpeace, sí parece tener una tendencia manipuladora.

      Yo también prefiero rigor y formalidad, pero es que no hay de otra. Hay que denunciar a los eco terroristas como lo que son: terroristas. Y si hace falta dar un par de bofetadas a la gente para que se plantee un cuestionamiento, hay que hacerlo.

  4. Comparandolo con los nazis… te estás rebajando a su nivel… Empezamos a compararlos con los nazis para conseguir la escandalización fácil del público ignorante, ¿Ustedes sois los científicos?, ¿Ustedes criticaís su propaganda?. Si sois científicos, apoyaros en las razones, y si llevaís razón, intentad ganar recurriendo a personas racionales. No os metaís en su juego, os anticipo que no vaís a ganar en su terreno.

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