De sol y sombra

Por J. M. Mulet, el 24 julio, 2023. Categoría(s): Andrea García • Evitación de la sombra • Fotosíntesis ✎ 1

El post de hoy es obra de Andrea García, alumna de la asignatura de comunicación científica del máster en biotecnología molecular y celular de plantas.

 

En estos últimos días del mes de Julio en los que el calor apremia, la población se refugia en la calle bajo las amplias sombras proyectadas por los altos edificios de la ciudad al mismo tiempo que se ve seducida por aquellos lugares cerrados que cuentan con aire acondicionado, como las propias viviendas o los centros comerciales. Este mismo patrón lo observamos también en la naturaleza, donde animales silvestres buscan desesperadamente la sombra generada por la vegetación o la presencia de corrientes de agua naturales con el objeto de refrescarse. Es este comportamiento huidizo demostrado por los animales el que nos hace plantearnos la siguiente cuestión: ¿cómo hacen las plantas para afrontar esta misma situación?

 

Las plantas son organismos sésiles, no pueden, por tanto, desplazarse. Por ello, ya sea que vivan permanentemente sometidas bajo el yugo del abrasador sol del verano o crezcan bajo la sombra de un frondoso árbol, no podrán escapar de la situación en la que hayan nacido y no les quedará otro remedio más que adaptarse a las condiciones que les rodean si quieren sobrevivir. En animales sabemos que una constante exposición a la luz del sol es dañina para la piel, pudiendo provocar graves enfermedades como el cáncer. Pero, ¿y para las plantas? ¿es perjudicial la luz solar directa?

 

Todo lo contario, las plantas dependen de la luz solar para obtener energía y crecer. La luz es un tipo de radiación electromagnética que nos llega del sol en forma de ondas en una cantidad (intensidad) y calidad (colores) variables. Cuando la luz solar incide sobre las hojas de las plantas, unos pigmentos se encargan de absorber la luz azul y roja, mientras que la roja lejana es reflejada. Un símil comparable serían unas gafas de sol: estas dejan pasar una cierta cantidad de luz, necesaria para poder seguir viendo, al mismo tiempo que bloquean la luz molesta para nuestros ojos. Pues en las hojas ocurre lo mismo, gracias a estos pigmentos las hojas filtran la luz dejando pasar ciertos tipos o colores mejor que otros. Finalmente, la luz que es absorbida sirve, entonces, para llevar a cabo un proceso químico conocido como fotosíntesis en el cual el dióxido de carbono atmosférico es transformado en “alimento” (hidratos de carbono) para las plantas.

 

Las plantas, por tanto, necesitan luz solar. Llegados a esta conclusión, surgen entonces, como es natural, más dudas: ¿cómo puede crecer una planta bajo la sombra de otras plantas adyacentes o, en el caso más extremo, bajo las copas de los árboles que conforman un bosque?

 

Para entender esto vamos a tener que profundizar en la relación existente entre dos tipos de luces: la roja lejana (que es reflejada) y la roja (que es absorbida). Cuando una planta crece aislada, como por ejemplo en un desierto, recibe luz solar directa con una alta proporción de luz roja y roja lejana. Sin embargo, tanto en ambientes naturales como en campos agrícolas es más común que las plantas estén próximas a otras de su misma o de diferente especie. En estos casos, la luz solar se empieza a mezclar con la luz roja lejana reflejada por estas otras plantas, reduciéndose la proporción de luz roja-roja lejana percibida. Este cambio en la proporción sirve como señal para la planta de que tiene “vecinos” que podrán convertirse en un futuro en potenciales competidores por la luz del sol. Si efectivamente este es el caso y, las plantas vecinas sobrepasan a nuestra planta en altura, generándole sombra, la luz que le llegará no sólo será menos intensa, ya que tendrá que atravesar las hojas de las plantas más altas, sino que también tendrá menos calidad, mostrando una proporción de luz roja-roja lejana extremadamente reducida. En este supuesto, esta nueva proporción servirá como una advertencia de que la fotosíntesis, aquel proceso químico fundamental del que hablamos antes, se está viendo comprometida y, con ello, por tanto, la supervivencia de la planta.

 

Ante esta situación las plantas se ven presionadas a actuar en respuesta de alguna forma, reduciéndose sus opciones a dos: o se alargan mucho para conseguir sobrepasar a sus plantas vecinas, o en cambio, se resignan a vivir para siempre bajo la sombra de otras. Estas dos estrategias que pueden seguir las plantas para lograr sobreponerse ante una situación adversa que pone en peligro su supervivencia se conocen bajo el nombre de evitación y tolerancia, respectivamente. Las plantas que siguen la primera estrategia son conocidas como amantes del sol o evitadoras de la sombra y ,al ser más sensibles a la falta de luz, suelen crecer en espacios abiertos. En cambio, las que siguen la segunda estrategia son conocidas como tolerantes a sombra, y acostumbran a habitar el sotobosque.

Aunque existe un gran entendimiento de cómo las plantas lidian con la proximidad de sus vecinas, se sabe poco sobre la base molecular y genética que rige esta respuesta, fundamental en la organización, estructura, funcionamiento y dinámica de las comunidades vegetales. Es por ello por lo que en nuestro grupo de investigación se estudian diversos elementos que se sabe que están involucrados en la percepción de la luz tanto en especies evitadoras como tolerantes con el objeto de lograr explicar las razones que determinan que una planta siga una u otra estrategia ante la sombra.



1 Comentario

Deja un comentario