Ecológico… o no.

Por J. M. Mulet, el 10 febrero, 2016. Categoría(s): Agricultura • Agricultura ecológica • Agroecología • Alimentación • Alimentos ecológicos • Audio • Audios • Cadena Ser • Sara Tabares • Ser Saludable • Ser Saludables ✎ 7

Aprovechando que el ayuntamiento de Valencia ha organizado una feria ecológica un domingo de cada mes, pero que cuando vas allí no ves el logotipo ecológico por ninguna parte, Sara Tabares y yo estuvimos hablando de como saber que significa el sello ecológico y que necesitan para que te lo den en la colaboración mensual en «Ser Saludable» de Radio Valencia.

Y aprovecho para recordar que sigo publicando quincenalmente la sección «Historias de la Comida» en El Pais Semanal y semanalmente «S. Ciencia» en Sabemos.

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7 Comentarios

  1. La fería no pone que sea ecológica exclusivamente y en la página web dicen: «Contaremos con paradas de producto agrícola fresco y elaborado así como material artesano relacionado con la actividad agrícola y experiencias de proyectos y actividades económicas relacionados con el agroecologia» da más la sensación de que buscan un producto de proximidad que otra cosa. De hecho lo que se pretende en muchas de estas ferias es volver un poco hacia a trás y acabar con lo absurdo de traer lechugas de otros países cuando las puedes comprar más frescas elaboradas al lado de casa y sin tanto impacto ambiental.

  2. A veces creo que la gente confunde, o les hacen confundir algunos términos.
    Hasta donde se (que no soy un experto), determinados componentes de las plantas se van «perdiendo» desde el momento de la recolección. Hay métodos para intentar paliar esto en mayor en mayor o menor medida, pero está claro que un tomate consumido el mismo día que ha sido cosechado no va a tener el mismo sabor que un tomate del mismo tipo que ha sido cosechado verde y madurado en cámara. Los problemas de logística son los que son. Si tenemos un naranjo en el jardín, la naranja no tendrá el mismo sabor si la cogemos del árbol que la misma naranja metida en un contenedor refrigerado que va en barco hasta Rusia (por ejemplo)
    Y a partir de esa realidad, se monta un «tinglado» falso de que unos son «naturales» y otros no lo son. Pretenden contarnos que debemos de montarnos un huerto «ecológico» en la azotea (y con la contaminación que hay en algunas ciudades sería para ver lo que sale) y que si compramos un alimento criado en granja este poco menos que nos va a causar que se nos encojan las partes, no sin antes beberse las cervezas de la nevera.
    Quisiera aportar un caso curioso. Posiblemente es subjetivo hasta cierto punto y también «no prueba nada», pero tiene su curiosidad.
    Por cuestiones de amistad, he estado bastantes veces veraneando en casa de unos amigos en la provincia de Saitama, al norte de Tokyo. Viven en una ciudad dormitorio típica, pongamos del tamaño de Liria. La zona es «ciudad» ininterrumpidamente hasta llegar a la metrópolis de Tokyo.
    Vamos, que hablamos de una zona urbana, pero con poca densidad de población y llena de pequeños campos. Algo que también podemos ver en España a veces en este tipo de poblaciones.
    En estos campos, se permite la venta directa de frutas y verduras al público legalmente.
    Vamos, que puedes ir al «payes» japonés y comprarle un kilo de tomates y media docena de mazorcas de maíz sin problemas (y barato). De hecho incluso los hay que ponen la verdura en bolsas y las dejan en unos cajones delante del campo para que la gente pase, coja los que quiera y los pague (precio único por bolsa) y deje el dinero en una caja.
    Usas agricultura convencional, con sus pesticidas, sus abonos químicos, invernaderos cuando es preciso, etc. Vamos, que el tema de «ecologismo naturista troglodita» por así decirlo allí como que no cala… la parcela de tierra es pequeña y quieren sacarle el máximo partido.
    Esas frutas y verduras a mi me parecieron extraordinarias. Sabrosas como pocas veces se pruebas. Supongo que por esa circunstancia de que va «del campo a la mesa».
    Luego veo como en este país, si un agricultor pretende venderte su producción se le trata casi peor que a un político chorizo. Debe de ser una gran empresa la que le compre el producto, lo ponga en bolsitas y te lo revenda con un «pequeño margen» que triplique (o mas) lo que han pagado al agricultor.

    Y yo me pregunto. ¿En lugar de tanta fanfarria, historias y cuentos sobre «ecología» por parte de personas que no han visto un campo en su vida, no sería mas útil pensar en que los agricultores deben de poder ganarse la vida?

    Se que posiblemente hay muchas cosas que no son extrapolables, pero veo un caso de un país con unas áreas de tierra cultivable limitadas, que le sacan el máximo partido y ¡ sorpresa ! no se puede decir que estén «matando a la naturaleza» porque de hecho hasta tienen problemas con fauna salvaje al lado de las poblaciones.

    Algo falla en el planteamiento que nos están haciendo

    1. Hombre! los agricultores, aquí algo sensato al que todo el mundo parece ignorar mirando para otro lado y los que nadie defiende (me refiero a gente con titulitis)

  3. Buenas profesor.
    Después de leerle y escucharle acerca de la cuestión de lo «ECO» o «BIO» me surge una duda. Veo que utiliza siempre el término «ecológico» como lo referente a la normativa europea para poder obtener y sacar al mercado productos que puedan llamarse de esta manera. Entiendo que desde éstas instituciones está patentado el término, y le da una autoridad jurídica para usarlo y para dictar sus usos. Pero más allá de esto, me hago la siguiente pregunta: ¿Se le puede llamar, en honor a la verdad, «ecológico» a un producto que sólo reúne esas condiciones?
    Mi respuesta es que no, y lo que diga la ley la verdad es que me importa bastante poco. Una gestión ecológica, tal y como yo la entiendo y se ha entendido histórica y filosóficamente, es la que pretende causar el menor impacto posible en el ecosistema, teniéndolo en cuenta, y para ello desarrolla una gestión racional y eficiente en referencia a los daños posibles, humanos incluidos. Así, lo ecológico sería todo aquello que refiera a este ámbito. Y lo «ECO» según la normativa europea deja muchísimo que desear en controles de calidad, de impacto ecológico, etc. Y dentro de lo que considero que se le debe llamar ecológico podrían entrar perfectamente cultivos convencionales, incluso el uso de determinados transgénicos -que, por cierto, le agradezco mucho sus escritos al respecto, he de confesar que me dejé llevar bastante por lo fácil y panfletario, y por la asociación emocional a empresas que no son de mi agrado-.
    Creo que al final nos acaban engañando a todos, tanto a los que apuesta por este posicionamiento, como al consumidor general, y la estrategia de marketing se deriva dependiendo del nicho de mercado y sector de consumidores.
    Además, me parece que ecológico no tiene que ser sinónimo de más saludable ni de menos -entendiendo ecológico desde el uso que yo le estoy dando-, ya que la cuestión es de gestión de recursos: podríamos cultivar de manera muy ecológica, yo que sé, trigo, y dejar que crezca datura alrededor, y envenenar a la gente por contaminación en productos finales, como creo que ocurrió en una ocasión.
    Por lo que puedo imaginar, no le veo muy lejos de parecerle bien una gestión más racional de los recursos reduciendo el impacto ecológico. Desde luego, trayendo los productos en avión o camión desde vete tu a saber dónde, no.

    Por último, en base a lo expuesto, nunca vi que una posición pro-cientifica tuviera que ir contra de una pro-ecológica. De ahí mi gran duda al respecto.
    Porque por mucho que un tipo diga que cura el cáncer lanzándote rayos de energía se considere médico no significa que lo sea, tampoco porque asociaciones internacionales o individuos, o incluso una mayoría en pánico, que defiendan determinadas posturas van a convertirse en los productores de la verdad sobre qué es el ecologismo.

    Un saludo.

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Por J. M. Mulet, publicado el 10 febrero, 2016
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